Ayer volvió a surgir un tema de conversación que en muchas otras ocasiones, he comentado con otras compis de gremio. Hablando de práctica consciente ¿Prefieres profesionales que ofrecen clases de yoga de calidad o personas que no tienen calidad en su práctica ni están cualificadas para impartir clases, pero lo hacen porque viven del postureo y tienen un buen repertorio de «likes y followers» en RRSS?
No estoy diciendo que tener seguidores y petarla en redes sociales sea malo ni mucho menos. Al contrario, puede ser muy útil para publicitar y hacer crecer tu negocio, además de darte a conocer como profesional.
Pero, considero que cada un@ ha de ser respetuoso, responsable y coherente con lo que enseña. Conocer los propios límites y saber hasta dónde un@ puede llegar. Sobretodo, si la salud de las personas, tanto física como mental, se encuentra bajo tu responsabilidad.
En yoga trabajamos con estiramientos, torsiones y asanas tanto de apertura y extensión como de fuerza, balances de brazos, invertidas… y todas ellas necesitan realizarse de forma correcta para evitar lesiones.
Desde mi punto de vista, los conocimientos, el tipo de práctica, la técnica y la supervisión del profesional, son fundamentales para avanzar correctamente y disfrutar de la práctica.
El yoga nos aporta herramientas con las que poder trabajar tanto dentro, como fuera de la esterilla. Se trabaja desde la entrega y la escucha, desde el silencio interior… Fluir en un constante equilibrio soltando y acogiendo desde el cariño y la aceptación. No se trata de hacer coreografías ni posturas imposibles para la foto.
Veo positivo practicar también asanas más exigentes, porque está bien probar cosas nuevas, perder miedos, fijar objetivos y salir de la zona de confort. Pero como digo, todo depende del enfoque y desde el objetivo desde el que se practique. No se trata de «hacer por hacer», sino más bien… «lo quiero hacer, porque soy capaz y lo estoy disfrutando».
En cuanto al flow… no importa si la práctica es lenta o dinámica, la alquimia se produce a través del movimiento consciente. Saborear las transiciones y los cambios al ritmo de la respiración. Disfrutar activando la fuerza justa y necesaria en cada momento para poder relajar el resto del cuerpo. Aprender a vaciarse para abrir paso al sentir.
Después de mis 4 años de formación en Yoga y Yogaterapia y muchas horas sobre la esterilla, considero fundamental que un profesor/a, enseñe lo que practica, desde la humildad y la propia experiencia, porque no hay una sola forma de hacer las cosas. Cada Ser es único, cada momento vital es diferente y así es como debe ser.
Como les digo a mis alumn@s el aprendizaje no termina nunca y afortunadamente, todos estamos en el mismo camino. Aquí no hay gurús ni nadie lo sabe todo… aquí se trata de compartir, vivenciar y disfrutar del proceso.
La práctica consciente, más allá del “tipo de yoga” que se practique, es lo que necesitamos. Trabajar desde la auto-escucha y el respeto es vital para nuestra salud física y mental. Y eso, no todo el mundo sabe transmitirlo.
Apuesta por los buenos profesores que te hagan vibrar, que le pongan alma, que empaticen y se preocupen por tu salud, bienestar e higiene postural a la hora de plantear las sesiones, que aporten sus conocimientos desde el cariño y de forma coherente! Apuesta por clases de calidad en estudios que merezcan la pena.
¡Muchas gracias por tu tiempo!
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